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Comunicado del Dr. Armand Puig, rector del Ateneo Universitario Sant Pacià

18 de marzo de 2020Noticias Compartir:

Estimados profesores, alumnos y personal no docente del Ateneo Universitario Sant Pacià:

Os escribo con sentimientos de cercanía espiritual y al mismo tiempo de lejanía física. Estamos lejos y estamos cerca. La pandemia nos ha hecho volver rápidamente a casa y nos ha confinado, junto a todos los demás ciudadanos, en los hogares, parroquias y comunidades. De repente, hemos descubierto cómo nos necesitamos, cómo necesitamos ese toque de timbre de las 9 y 10 de la mañana, aquél compartir una clase de primera hora en que cuesta estar atentos, aquella salida al claustro espacioso del Seminario de Barcelona, ​​esa mirada hacia el altivo ciprés y hacia el cielo azul, cómo necesitamos la amistad entre todos y sobre todo la amistad con Jesús, reavivada por la visita al Santísimo. El claustro, la biblioteca, las secretarías, los departamentos, los despachos, las aulas, la bonita Aula Magna, la espléndida capilla, todo ha quedado en silencio. Quién nos lo iba a decir hace tan sólo una semana que hoy, día 18 de marzo, víspera de San José, día de las Facultades, en el que teníamos que celebrar los 25 años del Concilio Provincial Tarraconense de 1995 con una solemne sesión académica convocados por nuestros pastores. Todo ha quedado fuera, como si el tiempo se hubiera detenido y ahora viviéramos una situación irreal.

Sin embargo, el coronavirus es del todo real. Hay gente que muere y hay gente que tiene miedo, hay gente que se siente muy sola y no sabe cómo va a salir y hay familias con graves problemas económicos y pequeños empresarios que no saben cómo hacerlo, hay ancianos sin recursos ni autonomía y personas sin techo que necesitan una casa. Hay niños que no entienden qué pasa y jóvenes que no saben cómo deben actuar ante una emergencia tan grave. Vivimos y viviremos un tiempo de prueba, en el que redescubriremos la Cuaresma, los cuarenta días de desierto que Jesús aceptó antes de iniciar su misión de anuncio del Reino. Viviremos un tiempo de solidaridad en el que redescubriremos el otro y sus necesidades y habrá que volver a entender que no nos podemos salvar solos. Viviremos un tiempo de entrada en nosotros mismos, como el hijo pródigo que se encontró inmerso en la debilidad y se dijo que tenía que volver a casa de su padre, el Padre, que la recibió con un abrazo. Viviremos un tiempo de oración, en el que la presencia de Dios se nos hará más concreta, más urgente, más directa, pobres como somos, mendicantes de amor, deseosos de esperanza, mientras caminamos hacia Pascua.

En este tiempo especial, viviremos una proximidad diferente con todos los que formamos el Ateneo, una lejanía próxima que podrá ser diversa gracias a las tecnologías de la comunicación que harán posible que nos encontramos mediante el formato telemático, en las múltiples modalidades que ya nos han sido explicadas. Esto nos permitirá continuar el curso de manera responsable y fructuosa. Queremos que la vida académica del Ateneo continúe viva y vivaz, que el curso no se pierda, que profesores y alumnos estén en contacto para que, todos juntos, no aflojen en su compromiso docente y discente: el compromiso de enseñar y de aprender. También las otras personas que con tanta dedicación apoyan la actividad académica (secretarías, biblioteca, publicaciones, comunicación) harán todo lo que puedan para mantener el ritmo y superar el reto que nos plantea esta situación extraordinaria.

Este tiempo que comienza será lo que todos nosotros queramos que sea, mediante un trabajo serio, ordenado, constante y compartido, y mediante las ayudas que nos podamos hacer unos a otros. Me refiero a dos en particular. Por un lado, rogamos unos a otros para que no desfallezcamos, porque superamos la prueba que se nos propone, con una actitud de confianza en Dios Nuestro Señor, intercediendo por los vivos y encomendándole los que nos dejen. Por otra parte, encontramos momentos de gratuidad en que una llamada, un mail, un WhatsApp, una acción puntual a favor de alguien puede hacernos vivir la sabiduría de esta frase de Jesús que todos conocemos: "Hay mayor felicidad en dar que recibir" (Hch 20,35).

Un saludo cordialísimo en el Señor y un buen trabajo!

 

Armand Puig i Tàrrech,

rector del Ateneo U. Sant Pacià

 

Barcelona, ​​18 de marzo de 2020